Varios excavadores fueron los que fueron desenterrando estos fabulosos restos a lo largo de tres décadas, más o menos de 1922 hasta 1950.
Pero las investigaciones realizadas han dejado al descubierto un dato extremadamente curioso: la evolución de esta civilización no siguió el mismo camino que siguen todas, lo que les llevó a una extraña desaparición, sin apenas dejar datos, y que aún hoy en día sigue siendo inexplicable.
Se sabe que ha habido hasta siete ciudades en la isla del Indo, permaneciendo habitadas durante miles de años cada una de ellas y que, probablemente, fueron los mismos pobladores, el mismo pueblo, los que elevaron de nuevo los muros y las casas en cada ocasión en que, quién sabe por qué causa, la ciudad se vino abajo.
Se cree que era un pueblo muy evolucionado que dejó de respetar a los dioses y a los aristócratas de sangre o de honor y dinero, pues en ninguna de las ruinas de las 7 ciudades superpuestas se ha hallado rastro de templos o de palacios.
Las ciudades estaban perfectamente trazadas, con espaciosas avenidas y calles bien dispuestas facilitando los traslados y los accesos. Las casas eran varios pisos en las que se disfrutaba de agua corriente, y por supuesto de baño; contaban con alcantarillado y desagües que iban a parar al río.
Los estudios realizados ponen de manifiesto que en la época de la última ciudad, no se utilizaban técnicas de trabajo del metal, pero sí en las más antiguas, pues se encontraron restos de hierro y estaño.
Los habitantes cercanos a esta isla, no dejaron constancia de la existencia de este lugar, suponiéndose que se trata de la desaparición en masa de una ciudad sin rastro, pues no se encontraron restos de cadáveres.
La ciudad presenta el aspecto de haber visto interrumpida su vida normal de pronto y de haber sido abandonada a toda prisa. Utensilios de uso común entre los escombros y en las calles afirman que la desaparición de sus habitantes no estuvo preparada de antemano, que nadie allí sabía que deberían marcharse o desaparecer en un instante, que nadie, en fin, era consciente de la amenaza, cualquiera que haya sido.
Los investigadores más sagaces comienzan a considerar que resulta extremadamente extraño el hecho de que los moradores de las últimas ciudades Mohenjo-Daro hubieran olvidado las técnicas del trabajo de los materiales hasta el punto de no saber utilizar el hierro, técnicas que desarrollaron y de las que se sirvieron con profusión los constructores de las ciudades más primitivas.
Es muy raro el caso; nos hace pensar que los habitantes de esa isla misteriosa en el interior del Indo detuvieron su marcha en el camino de la evolución y comenzaron lentamente una marcha atrás, una regresión cultural, perdiendo de generación en generación técnicas y conocimientos hasta llegar a desaparecer ellos mismos cuando agotaron los recursos de su herencia.
Una especie de suicidio cultural que obedecerá a alguna dinámica humana desconocida y que podría explicar, de confirmarse, la desaparición de muchas culturas y muchos pueblos, incluso de humanidades que nos precedieron. Desde unos siglos antes de Cristo hasta miles y miles de años atrás, la isla del Indo, donde se elevaron los democráticos edificios de Mohenjo-Daro, es un misterio impenetrable por ahora.
Hoy día seguimos sin saber que pasó, quedando solo el aura de un gran misterio de la humanidad...
No hay comentarios:
Publicar un comentario