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lunes, 13 de agosto de 2012

Árboles devoradores de humanos

Aunque actualmente se considera que las plantas devoradoras de carne humana no existen, la creencia popular las sitúa en África, Sudamérica y el Pacífico. La criptobotánica estudia este tipo de plantas, mencionadas por numerosos informes de exploradores y naturalistas que corroboran la existencia de especies de plantas caníbales de enorme tamaño que generalmente se alimentan de pequeños mamíferos y aves, pudiendo incluso hacerlo con humanos.


Las primeras referencias a este tipo de vegetales surgen en los escritos de Luciano de Samóstata, en el siglo II, en los que describe a mujeres-vegetales caníbales. 

En 1581, el capitán Atkrig escribió un relato titulado La flor de la muerte, en el que describió un árbol carnívoro, que posteriormente se descubrió que era un fraude.

Sin embargo, el testimonio más famoso es el del explorador alemán Carl Liche en el South Australian Register de 1881. En él, afirmaba haber presenciado un sacrificio humano de la tribu Mkodo de Madagascar tres años antes. En compañía de un tal Hendrick, fue guiado por miembros de la tribu hasta un gran árbol de unos dos metros y medio. Desde la cima de la planta colgaban unas hojas de unos dos metros en forma de hueso que llegaban hasta el suelo, y en cuyas puntas tenían forma de cuerno. Tenían una cara cóncava con un líquido transparente, y del borde inferior de la hoja salían zarcillos verdes, largos y peludos. Los mkodos obligaron a una mujer a subir al tronco del árbol y beber la miel, tras lo cual este, que estaba completamente inerte, cobró vida y procedió al sacrificio :

Los esbeltos y delicados palpos, con la furia de serpientes hambrientas acariciaron por un momento la cabeza de la mujer, y entonces, como si el instinto de una inteligencia demoníaca se apoderara de ellos, se enroscaron de repente alrededor de su cuello y de sus brazos; entonces, mientras chillaba salvajemente la estranguló, envolviéndola entre sus tentáculos, como grandes serpientes verdes, y con brutal energía y rapidez infernal la levantaron y se contrajeron, envolviéndola capa tras capa, aplastándola con cruel rapidez y la salvaje tenacidad de anacondas devorando a su presa.


Ante esta terrible escena las hordas de salvajes que me rodeaban se precipitaron hacia el árbol, lo abrazaron y, con cuencos, hojas, manos y lengua, bebieron de él hasta entrar en un estado de locura y frenesí. A continuación, protagonizaron una orgía tan grotesca como repugnante. Durante diez días, las hojas del gran árbol se mantuvieron erectas hasta que una mañana, amanecieron con los zarcillos distendidos y los tentáculos flotando. A los pies del árbol yacía una calavera blanca, único signo del sacrificio que había tenido lugar días antes.

Benedict-Henry Revoil añadió en Souvenir de Madagascar, l'arbre antropophage, que la tribu bebía el líquido producido por el árbol tras las comidas. En 1924, Chase Osborne escribió Madagascar, Land of the Man-eating Tree, en el que afirmaba que tanto las tribus como los misioneros de Madagascar conocían esta especie de árbol.

Esta teoría también encontró escépticos como Willy Ley, que afirmó que toda la historia era un fraude con propósito racista, al mostrar a las tribus indígenas como seres salvajes. Sin embargo, el informe de Liche sigue siendo considerado verídico.


También en América Central y América del Sur se han encontrado plantas carnívoras que, según se dice, comían humanos. Es el caso del Yateveo, que según la descripción de J.W. Buel en Land and Sea, tiene un tronco corto y grueso, con largos zarcillos para atrapar a sus presas. A pesar de alimentarse de insectos y mamíferos, también intenta consumir carne humana. 

El Yateveo tiene un tronco pequeño y grueso, de lo alto del cual irradian espinas gigantes, delgadas y flexibles, pero con una tenacidad increíble, cuyos bordes están cubiertos de púas o dientes afilados. En lugar de crecer recto o en ángulo con el tronco, estas espinas tienen sus extremos situados en el suelo, y se distribuyen tan bien que el tronco parece un asiento rodeado por tejido verde. El viajero de mala suerte, sin darse cuenta de la monstruosa criatura que acecha, se agacha  para examinar la planta o para sentarse en el acogedor tronco, sin sospechar que va a dejar su vida. Desde el momento en que sus pies se posan en el círculo de espinas, estas se levantan como serpientes gigantes y se entrelazan hasta que la víctima es empujada hacia el tronco, donde sus espinas la atraviesan, poniendo así fin a la masacre. El cuerpo es entonces aplastado, hasta la última gota de sangre ha sido extraída y absorbida por la planta, después de lo cual rechaza el cuerpo seco y la trampa vuelve a su lugar. 

En 1892 el Dr. Andrew Wilson publicaba un informe en el periódico Illustrated London News según el cual un botánico conocido como Mr. Dunstan había encontrado una nueva especie en los pantanos en torno al lago Nicaragua. El perro de Mr. Dunstan había sido atrapado dentro de una envoltura de raíces y tallos por una planta semejante a un sauce, pero sin hojas, de un color azulado oscuro, y cubierta por una resina viscosa, el llamado Árbol Serpiente. Mr. Dunstan consiguió liberar a su perro con dificultad, y el animal se encontraba exhausto y había perdido gran parte de su sangre. Según parece, los nativos locales conocían al árbol y contaban muchas historias sobre su sed de sangre y su voracidad. En un informe posterior el Dr. Wilson informó sobre un árbol similar que se encontraba en Sierra Madre, México y que se alimentaba de aves: un pájaro se había posado en una rama y Wilson pudo ver cómo fue atrapado por las ramas. Lo siguiente que encontró fue un montón de plumas y huesos a los pies de la planta. Cuando se aventuró a tocar una de las ramas del árbol, esta se cerró sobre su mano con tal fuerza que, al retirarla, le arrancó la piel. Posteriormente, alimentó al árbol con gallinas y pudo ver cómo la planta absorbía la sangre a los animales a través de las ventosas que cubrían las ramas.

El zoólogo Karl Shuker descubrio una referencia adicional de una planta similar, encontrada en Chiapas, México, en el año 1933 en la revista Wide World Magazine, donde el explorador Byron Khun de Prorok relató cómo dirigió una expedición a la región, donde el guía líder llamó la atención de Prorok, mostrandole una enorme planta. Al acercarse a ella, Prorok podía ver que la planta había capturado a un pájaro que había aterrizado en una de las hojas, después de lo cual estas se cerraron rápidamente, junto con lo cual, sus espinas penetraron en el cuerpo de la pequeña víctima. El guía líder de la expedición le explicó a Prorok que a esta planta la llamaban Planta Vampiro.

El Duñak es un árbol carnívoro descrito en las historias tribales de Filipinas y otros lugares del Sudeste de Asia. Se dice que se parece a un árbol tropical con un follaje muy espeso, con un tronco oscuro en ocasiones de matiz rojizo. No parece nada fuera de lo normal hasta que un animal pasa bajo sus ramas, momento en que sus zarcillos espinosos se extienden hacia abajo para atrapar al animal, que es levantado hacia las ramas, donde es aplastado y consumido. Se dice que en ocasiones captura humanos, pero normalmente sus presas suelen ser ciervos y pequeños animales.

En 1952, Harold T. Winkins, en su obra Ciudades secretas de la antigua Suramérica, describió una planta de Mato Grosso, Brasil, de la que decía que tenía el tamaño de un sauce, y que escondía sus ramas en las profundidades del suelo o entre la maleza. Cuando algo se acercaba, sacaba las ramas y atrapaba a su víctima con ellas. La llamó árbol diablo, aunque en 1932 una expedición inglesa que salió en su búsqueda lo denomino octópodo.

También en el Amazonas se encuentra el árbol trampa de mono, con ramas que actúan como tentáculos, al igual que el árbol diablo. Pero este desprende un intenso olor a carne podrida, y produce unos frutos dulces para atraer a sus presas. Cuando un ave entra en su radio de alcance, la atrapa y la aplasta contra el tronco. Los brotes del árbol absorben la sangre, evitando que llegue al suelo.El informe de Randall Schwartz en su libro Plantas carnívoras cuenta la historia del explorador Mariano da Silva, que, cerca de la frontera con Guyana, se encontró con el árbol trampa de mono. Esta planta emite un olor que atrae a los monos, los cuales se ven inducidos a subir el tronco. Las grandes hojas se cierran sobre la víctima, de la que ya no se oye nada. Algunos días después, vuelve a abrir, dichas hojas, por lo que de inmediato deja caer los restos de aquel animal, en el suelo.


En el bosque del Chaco, entre Bolivia y Argentina, crece una planta llamada juy-juy que emite un perfume capaz de hacer que animales grandes e incluso personas, queden inconscientes. Tras esto, la planta desciende sus ramas cubiertas de flores, cada una de las cuales tiene unas ventosas que succionan la sangre de la víctima. La descripción de esta planta es sospechosamente parecida a la de la planta aparecida en la pequeña historia de H.G Well El florecimiento de la extraña orquídea, en la que una orquídea, segregaba un perfume soporífero, que también dejaba estupefactas a sus victimas, después de lo cual se disponía beber la sangre con sus zarcillos. Similares a esta planta también se ha hablado de la flor de la muerte del Pacífico, con grandes pétalos que incitan a la víctima a tumbarse en ellos, y el Kumaga de Madagascar.


Chase Salmon Osborne, el mismo que había hablado sobre la planta carnívora de Madagascar, describió a una planta que se alimentaba de ratones, la cual exibio en Londres, durante la primera parte del siglo XX. La flor rodeaba una boca central o tubo que emitía un fuerte olor que atraía al ratón. La presa se arrastró dentro de lo cual, parecían ser cerdas como antenas, que la planta desplegó. La planta se mantuvo en ayuno hasta la muerte de la criatura. Los líquidos digestivos eran eliminados después de que la planta consumiera a su pequeña víctima. Él continúa diciendo que esta extraordinaria planta carnívora es nativa de la India tropical.

En el año 2007 surgió un nuevo informe, proveniente del sur de la India, con respecto un árbol de Padrame que había intentado comerse una vaca. El 18 de octubre de 2007, una vaca propiedad del aldeano Anand Gowda fue tomada por un pastor, quien se disponia a llevarla a pastar en los bosques cercanos al pueblo. Inesperadamente, la vaca fue agarrada de repente por unas ramas que salieron de la tierra. Gracias a la asistencia de un grupo de ancianos, incluyendo al dueño de la vaca, el árbol fue atacado con cuchillos y hachas hasta que soltó al animal. Uno de los guardabosques locales, llamado Subramanya Rao, dijo que el árbol fue era llamado pili mara (árbol tigre) en la jerga nativa.


En noviembre de 1882, el misionero norteamericano GW Parker informó sobre un árbol que fue llamado por los zulúes Umdhlebi Antaris. El sacerdote lo descubrió durante su actividad misionera  en lo que entonces era el Reino de Zululandia. Parker describió el árbol como una planta de aspecto grotesco, con hojas verde oscuro, en punta. Aparentemente era capaz de envenenar a seres vivos que se acercaban demasiado. Los primeros síntomas de las víctimas serían ojos inyectados en sangre, fuertes dolores de cabeza y finalmente delirios, seguidos de la muerte. El misionero dijo que los zulúes sacrificaban ovejas y cabras al árbol con regularidad con el fin de apaciguar a los malos espíritus de su interior. El misionero llegó a la conclusión de que árbol emitía algún tipo de polen o un gas venenoso mortal, y que se alimenta de los líquidos procedentes de la descomposición de sus víctimas, que se filtran a través del suelo. 

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