George Harris le personalizó el coche, poniéndole asientos de tela escocesa, el número 130 y 2 tiras rojas en la parte trasera sobre las ruedas, y se le apodó Little Bastard, debido a la dificultad que suponía conducirlo.
El 17 de septiembre de 1955 James Dean rodó una entrevista para un programa de televisión, advirtiendo de la diferencia entre correr en las carreteras y en los circuitos. Animaba a la juventud a tomarse las cosas con más calma y a conducir con precaución. Bonita ironía del destino…
Se supone que Dean tenía que haber dicho “Conduzca con cuidado, puede que la vida que salve sea la suya”, pero cambió “suya” por “mía”. Debido a su posterior muerte, nunca se emitió, pero apareció enVHS en 2001 y posteriormente en los contenidos extra del DVD de “Rebelde sin causa” en 2005 (una de sus tres películas).
Poco después, el 23 de septiembre, Dean coincidió en un restaurante con Alec Guiness, que se animó a ver el coche. Viendo su aspecto “siniestro”, Guinness advirtió a Dean que moriría la semana siguiente si seguía en su propósito de conducirlo. El caballero Jedi no pudo ser más preciso.
El 30 de septiembre Dean y su mecánico partieron para Salinas para competir, remolcando el Porsche en un Ford Country Squire Station Wagon. Dean se decidió a conducir el coche, para cogerle mejor el puntillo antes de competir, y fue por la carretera junto al Ford conducido por uno de sus asistentes, Bill Hickman.
A eso de las 15:30 pararon a los dos coches por exceso de velocidad, Dean recibió una aviso por circular a 105 km/h en zona de 89 km/h, una minucia. Después de eso, hubo una parada para repostar en Backwell’s Corners, una gasolinera. Dean y su mecánico Rolf habían dejado muy atrás al Ford Country Squire, que iba más despacio al tener remolque.
Allí se encontraron con Lance Reventlow y Bruce Kessler, unos amigos conocidos de las carreras. Le advirtieron que ese día ellos también habían sido multados por exceso de velocidad. El Ford conducido por Hickman acabó llegando a la gasolinera, y Hickman le dio a Dean una última advertencia.
Le dijo que debía circular más despacio, y que además, su coche bajo y plateado resultaba poco visible, al confundirse con el asfalto. La desgracia ocurrió en el cruce de la Route 466 (actualmente Highway 46) con la Route 41, por entonces un conocido punto negro, un tramo de concentración de accidentes.
El Porsche de James Dean fue embestido frontolateralmente por un 1950 Ford Custom Tudor Coupe conducido por un estudiante, Donald Turnupseed, que aparentemente iba muy rápido, giró a la izquierda y no vio al pequeño coche alemán. Inicialmente se creyó que Dean murió en el acto, pero fue desmentido por el testimonio de unos policías en 2005, que le vieron agonizar.
Dean ingresó muerto en el Hospital a eso de las 17:59, el mecánico sobrevivió, pero murió en accidente de tráfico en Alemania en 1981, tras varios intentos de suicidio. Donald murió en 1995 de cáncer de pulmón a los 64 años. No está probado que Dean fuese rápido, aparentemente su velocidad era de unos 89 km/h, legal para el tramo y la época.
Tanto Dean como Rolf no tenían puesto el cinturón de seguridad.
George Barris decidió quedarse con el coche por 2.500 dólares de la época, comprándoselo a la aseguradora. Los restos del coche se trasladaron a su taller, donde se cobró su siguiente víctima. Al bajarlo del camión se rompieron las cuerdas de sujección, cayendo encima de un mecánico al que le fracturó ambas piernas.
El motor se vendió a Troy McHenry y la caja de cambios a William Eschrid, ambos pilotos de carreras. Poco después, cuando uno competía contra el otro, McHenry perdió el control y se golpeó contra un árbol, muriendo en el acto. Eschrid quedó gravemente herido en la misma carrera al perder el control en una curva por fallo mecánico.
Barris también vendió dos ruedas aprovechables del Porsche 550 Spyder a otro piloto, que tuvo la mala suerte de que ambas le reventaron provocando su salida de la carretera, estuvo en coma. Por si fuera poco, dos ladrones que intentaron robar el volante y uno de los asientos sufrieron heridas y desistieron de su intento.
Barris empezó a pensar que el coche estaba maldito y decidió deshacerse de él, pero contactó con él la policía de tráfico de California, para exhibirlo en charlas de seguridad vial. Se llevó a un garaje que salió ardiendo por completo, pero el coche resistió a las llamas y se llevó a otro lugar.
También fue exhibido en un instituto de secundaria de la zona, donde el coche se cayó del expositor y rompió la cadera a un estudiante. Barris, harto del coche, lo mandó a un desguace. De camino a Nueva Orleans un turismo chocó contra la parte posterior del camión que lo transportaba.
Ese conductor quedó sepultado bajo los restos de “Little Bastard” y también halló la muerte. En otros dos intentos de llevarlo al desguace, el coche se cayó dos veces pero sin causar víctimas. A partir de aquí, las fuentes se contradicen. Una dice que se mandó devolver el coche a Barris y desapareció durante el camino (la que sostiene el propio Barris).
Otra fuente dice que se reconstruyó el coche para una exposición en 1960, pero que también desapareció durante el traslado y aquí se pierde el rastro a ese maldito coche durante años. En Jalopnik cuentan que existe una pieza en el Historic Auto Attraction Museum (Illinois, EEUU) pero que no se atreven a comprobarlo.
Este humilde articulista se considera un hombre de ciencia, que cree en lo que ve y que es demostrable. Pues no quisiera acercarme ni a una tuerca, me basta con saber la lista de víctimas que ha ido acarreando. Al menos no mató a Ferry Porsche, eso ya habría sido el colmo de los colmos.
Sería interesante que hablaras de Carla Morán
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