El islote de Es Vedrá, situado al suroeste de la isla de Ibiza, en España, encierra un gran número de leyendas y testimonios misteriosos.
Sus habitantes, pescadores e investigadores de todo el mundo aseguran haber presenciado en sus alrededores avistamientos y fenómenos paranormales similares a los reportados en las proximidades del Triángulo de las Bermudas.
Es una isla gigante de forma piramidal conocida como Es Vedrá. Visiones misteriosas e historias sobre actividades paranormales están conectadas con esta roca colosal. Es también uno de los elementos más majestuosos y fotogénicos de Ibiza, pues se eleva a 385 metros por encima del mar, Es Vedrá es sólo 80 metros menor que la montaña de Sa Talaiassa – el punto más alto de las Pitiusas. Cuevas de difícil acceso cubren sus laderas casi verticales, dándole un aire de venir de otro planeta, y a menudo es comparada con una catedral gótica sumergida en el agua.
Es un lugar al que es difícil acceder. Se puede conseguir una buena vista de esta roca desde Cala d'Hort, o desde las montañas de enfrente tras coger el desvío de Sant Josep a Es Cubells.
Se dice que este lugar contiene una enorme concentración de energía, similar a la de las pirámides egipcias, la Isla de Pascua y el círculo mágico de Stonehenge.
Es casi imposible conseguir una lectura clara de un compás de navegación en las cercanías de Es Vedrá, pues los instrumentos de navegación se vuelven locos, o directamente, no funcionan. La isla es también parte de uno de los misteriosos triángulos energéticos del planeta, conocidos como los “Triángulos del Silencio”. Entre ellos, el más famoso es el Triángulo de las Bermudas.
El islote de Es Vedrá, a pesar de ser famoso en todo el mundo por su belleza natural y sus aguas cristalinas, también ha ganado fama por ser el escenario de sucesos realmente insólitos, que son contados por los visitantes y los pobladores del lugar.
Hay diversas historias sobre cosas y personas que desaparecieron aquí, y una falta de orientación en general. Este punto se ve demostrado por las palomas mensajeras, que se confunden cuando vuelan sobre esta roca, y a menudo pierden completamente su sentido de la dirección.
Muchos médiums, investigadores, científicos y personas místicas confirman la singular fuerza de este gigantesco acumulador de energía. Incluso son frecuentes los avistamientos de ovnis, lo que ha llevado a creer que Es Vedrá es un lugar de aterrizaje.
Las leyendas hablan de pescadores locales evitando esta zona por los círculos luminosos que emergían del agua.
Los hombres de mar que realizan sus faenas en sus embarcaciones, dicen que han visto extraños objetos desplazándose debajo del agua.
Aparecen luces misteriosas que entran y salen del agua, a este fenómeno nadie le puede dar explicación alguna.
Incluso se han podido observar grupos de peces que de un momento a otro cambian el rumbo de su recorrido cuando aparecen extraños ruidos que emergen del agua.
En la zona existe interferencia para los radares de las embarcaciones y aviones.
Existen documentos históricos de los años 1854 y 1860 narrando la aparición de una dama de luz y seres celestiales.
Un caso que merece ser mencionado es el famoso “Caso Manises”. El 11 de Noviembre de 1979 un vuelo comercial fue redirigido para realizar un aterrizaje de emergencia en Valencia. El piloto avisó de una extraña luz de rápidos movimientos que le acosaba cerca de Es Vedrá. Envió una señal de SOS y como la torre de control era incapaz de identificar el objeto, se le instó a que cambiara su ruta.
Históricamente esta enigmática roca también tiene mucho atractivo. Se cree que aquí se encontraban las sirenas en la Odisea de Homero. De acuerdo a su descripción, Es Vedrá es el lugar al que el héroe griego Ulises llega atraído por el seductor canto de las sirenas.
Un aura de misterio siempre ha rodeado a Es Vedrá. Hace miles de años, Es Vedrá y el pequeño islote de Es Vedranell estaban según parece unidos a la isla de Ibiza. La leyenda dice que después fueron separados para que Es Vedrá pudiera servir de protector a la más grande, Ibiza.
Un mito popular dice que uno ha de saludar a Es Vedrá – preferentemente tocando los tambores al ponerse el sol – antes de dejar la isla, para así volver siempre.
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