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martes, 19 de junio de 2012

A capela dos ossos


Seguro que recordais el post del Osario de Sedlec, en el que hablábamos de una iglesia hecha de huesos. Se trata de un lugar de una belleza siniestra y espeluznante, pero no es el único sitio en este mundo con tales características...


En Portugal, cerca de Lisboa, tenemos otro sitio parecido, con una macabra historia detrás.

A Capela dos Ossos es una macabra capilla en Évora, Portugal, que se encuentra en el interior de la Iglesia de San Francisco. Construida por los frailes franciscanos, quienes creían que la vida podría cambiar en un instante, su misión era compartir con los fieles esta contemplación de la fugacidad existencial durante la oración. 

Nada más entrar, un recordatorio en el pórtico nos deja clara la indecisión vital a la que está consagrada la capilla: Nós ossos que aqui estamos pelos Vossos esperamos” (”Los huesos que aquí estamos por los vuestros esperamos”). 


En los techos de ladrillo blanco los motivos sobre la muerte destacan ante versos latinos tales como “Me voy, pero no muero”, “Me muero en la luz”, y “El día que me muera es mejor que el día en que nací”. 

Las paredes están alicatadas con una extraña mezcla de calaveras, fémures y unas piedras con forma de patatas..



En total se estima que han forrado la capilla con los cuerpos de unos 5000 difuntos de los sucesivos cementerios de la Iglesia. La leyenda sugiere que los cuerpos colocados a lo largo de las paredes son víctimas de la peste o combatientes que murieron en las batallas de la época con el Reino de Castilla. 




Al contrario que las catacumbas de Notre Dame o las de Roma, que también tienen huesos a carros, en la capilla portuguesa existen dos protagonistas entre los miles de cráneos sin nombre. Se trata de dos esqueletos enteros y verdaderos que cuelgan de una de las paredes, que corresponden a un hombre y a un niño. 



Las identidades de los dos cuerpos nunca han sido descubiertas. Sin embargo, se rumorea que el adulto es un hombre adúltero y el niño, su pecaminosa descendencia. Por qué los tienen colgando desde el siglo XVII es una verdadera incógnita. 



Aunque la capilla ha quedado bien fresquita por el notable aislante de las paredes, existe otro razonamiento detrás de su construcción. Durante el siglo XVI, los franciscanos intentaron inculcar a sus fieles los ideales de la vida como un camino hacia otra existencia, por lo que la muerte no había que enfrentarla con preocupación o miedo. 



La decoración de la capilla es un recordatorio de cómo la vida puede irse en un instante, especialmente considerando que la esperanza de vida por aquellos años era más bien corta y las enfermedades campaban a sus anchas. 

La capilla está dedicada al Senhor dos Passos, una conocida imagen de la ciudad que impresiona por su expresión, que representa el sufrimiento de Cristo en su caminar con la cruz hasta el Calvario. 








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