Según la leyenda, la "Lanza Sagrada", también conocida como "Lanza del Destino", o Lanza de Longino o de Cristo, es la lanza con la que un soldado romano de nombre Longinus, según un evangelio apócrifo, atravesó el cuerpo de Jesús cuando estaba en la cruz.
Se trata de uno de los objetos más buscados y codiciados del mundo entero, pues otorgaría grandes poderes a su poseedor.
Aparece en el Evangelio según San Juan, (19:33-34), donde dice que los soldados romanos planearon romper las piernas de Jesús, pero antes de querer hacerlo, se percataron de que Jesús ya había muerto, y para asegurarse, uno de ellos pincho con su lanza el cuerpo de Jesús:
"Pero al llegar a Jesús, como lo vieron ya muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados le atravesó el costado con una lanza y al instante salió sangre y agua".
Así se cumplió una profecía que decía que Jesús no sufriría ningún hueso roto en su tortura y muerte, y por ello, la Iglesia Católica santificó a Longinus, porque el agua y sangre que salió del cuerpo de Jesús, salpicó a Longinus y le curó los problemas de visión que tenía.
José de Arimatea, recogió la lanza, que pasó a manos de San Mauricio, comandante de la Legión de Tebas, martirizado por Maximiliano. Luego llegó a las manos de Constantino, donde le dió la victoria en la batalla del Puente Milvio, donde inició la leyenda de sus poderes, y la fascinación de dicho objeto que despertó en más militares a lo largo de la Historia.
Se cree que la lanza fue forjada por el profeta Fileas, y actualmente, hay censadas 4 lanzas santas, siendo la más famosa la que se conserva en el Vaticano. Otra se conserva en París, que la depositó San Luis en el siglo XIII tras la última cruzada de Palestina.
La tercera se conserva en el palacio de Hofburg en Viena, y fue la que encandiló a Constantino el Grande, Carlomagno, Barbarroja y Adolf Hitler.
La cuarta está en Cracovia, (Polonia), siendo una copia de la de Viena.
La de Viena es la considerada como la auténtica e interesante, pues pasó por muchas manos, siendo el propio Hitler su último poseedor.
También es curioso que se dice que la Lanza provoca una maldición a aquel a quien la pierde, suscitando su muerte. En el caso de Hitler, el mismo día que el ejército americano recuperó la reliquia, Hitler se suicidó con su esposa.