John Bell era un terrateniente de Adams, Tennesse, dueño de una hacienda de más de mil acres. En 1817, mientras supervisaba a sus esclavos, encontró una extraña criatura en su propiedad. Sus hijos Drewry y Betsy ya habían visto con anterioridad extrañas criaturas merodeando en la finca. Pero lo que John encontró era un animal con cuerpo de perro y cabeza de conejo, que desapareció cuando le disparó.
A partir de ese momento, la vida de los Bell se convirtió en un infierno: esa misma noche se empezaron a oír ruidos, golpes en la puerta como si alguien quisiese entrar, gruñidos de perros como si se estuviesen peleando... Así fue como se dio a conocer la llamada Bruja de los Bell.
Los hijos de la familia decían que en medio de la noche, algo le arrancaba el pijama y lo arrojaba lejos. La más pequeña, Betsy, fue agredida por un ente invisible que la sujetó del pelo y la golpeó y arañó varias veces en la cara.
Los fenómenos siguieron durante casi un año hasta que John Bell se decidió a contárselo a sus vecinos. James Johnston y su esposa pudieron comprobar la veracidad de los sucesos. Tras pasar una noche en la casa, pudieron oir con claridad los ruidos y vieron cómo algunos objetos se movían solos. El rumor se extendió entre toda la comunidad de Red River, y mucha gente que pasaba por delante de la casa de los Bell aseguraba haber oído una voz hablando fuerte, cantando, describiendo hechos que sucedían lejos de allí e incluso recitando la Biblia.
El Espíritu tenía un cierto apego a la Lucy Bell, mientras que por el contrario parecía odiar a John, y tenía entre sus objetivos terminar con el compromiso de Betsy Bell con Joshua Gardner. Además, era capaz de imitar perfectamente las voces (tal y como comprobaron cuando recitó una oración recitada por el señor Johnston durante su visita) y podía leer el pensamiento. Un domiengo por la tarde fue capaz de recitar el sermón que el Reverendo Gunn había dado esa misma mañana en la iglesia.
Además, durante la visita de un hombre inglés que trataba de librarles del espíritu, este le mantuvo al tanto de las noticias que sucedían en Inglaterra. Toda la información fue corroborada posteriormente mediante cartas. Este hombre le pidió que transmitiese un mensaje a su familia, y tres horas más tarde, el espíritu volvió imitando perfectamente las voces de su hermano y su madre.
También poseía una fuerza sobrenatural, pues uno de los mejores amigos de John Bell Jr., que pesaba unos 113 kg y que intentaba también atrapar a la bruja, fue víctima de varios ataques: mientras dormía, el colchón fue sacado de debajo de su cuerpo, y la cama empujada al otro extremo de la habitación, y fue golpeado en la cabeza y la cara.
También los esclavos de los Bell fueron atacados: uno de ellos se encontraba prendiendo los carbones de la estufa cuando varios trozos de madera le golpearon por todo el cuerpo. Inmediatamente después fue lanzado contra una silla y golpeado sin piedad. Cuando finalmente cesó el ataque, el espíritu le dijo que si volvía a llegar tarde le mataría y le tiraría al fuego.
Andrew Jackson, que sería presidente de Estados Unidos, se interesó por el suceso y en 1819 se desplazó a la casa de los Bell para poder comprobarlo por sí mismo. Uno de sus acompañantes se burló del supuesto espíritu de la bruja que habitaba allí, y en ese preciso momento, las ruedas de su carro se negaron a moverse, a pesar de los tirones de los caballos. Una voz metálica dijo: "Muy bien General, que el carretón se mueva. Lo veré de nuevo esta noche". Tras pasar la noche allí, Jackson aseguró que, a pesar de no haber visto nada, había escuchado lo suficiente como para creer en la bruja. Uno de sus hombres decía ser domador de brujas, y amenazó a la bruja con una bala de plata. Esta le incitó a dispararla, pero el gatillo se bloqueó mientras algo tiraba con fuerza de la nariz del hombre. Jackson y sus hombres abandonaron la propiedad de los Bell al mediodía siguiente.
Sin embargo no todos sus actos eran negativos: cuando la señora Bell se reunía con sus amigas y vecinas, siempre tomaba parte mientras se bebían refrescos, y traía frutas que caían en la mesa o en las faldas de las mujeres.
La voz continuaba presente, y manifestaba claramente su intención de matar a John Bell, que en esa época era víctima de frecuentes parálisis faciales. El 20 de octubre de 1820, volvía junto a uno de sus hijos del corral de los cerdos y, al desnudarse, pudieron ver cómo los pies de John sangraban, su cara estaba amoratada y sus ojos llorosos. Finalmente el 20 de diciembre de 1820, John Bell apareció muerto.Junto a su cuerpo encontraron una botellita con un líquido que aparentemente había bebido antes de morir. Se lo dieron a probar al gato de la familia, que murió inmediatamente después. Entonces se oyó una escalofriante voz que dijo: "Nunca se levantará. Yo lo hice". Tras el funeral, muchos de los presentes aseguraron haber oído una voz riéndose y cantando.
Cuando creían que el fenómeno había cesado, Lucy Bell oyó que la voz decía que volvería en 1828. En ese año, John Bell Jr. afirmó que la voz había hablado con él y que predijo varios acontecimientos posteriores, como la Guerra Civil Americana, las Guerras Mundiales y la Gran Depresión. Esta vez el espíritu se fue para volver tras 107 años, es decir, en 1935.
Se cree que en esa fecha el espíritu volvió a la casa de los Bell y que desde entonces permanece allí, por eso es frecuente escuchas ruidos extraños en la zona y es normal que las fotografías salgan con alteraciones y elementos extraños.