domingo, 1 de abril de 2012

Kaspar Hauser, el huérfano de Europa

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Nadie sabía quién era Kaspar Hauser, aunque se rumoreaba que era el príncipe heredero de la Casa de Baden, con quienes guardaba cierto parecido físico. Se dijo que este príncipe había muerto el 16 de octubre, pero en realidad, había sido intercambiado con un bebé muerto. Y 16 años más tarde, aparecía en las calles de Nüremberg un joven con un comportamiento muy extraño...







El 26 de mayo de 1828 apareció en las calles de Nüremberg, Alemania, un adolescente de unos 16 o 17 años que tenía un comportamiento extrañamente infantil. Sus piernas estaban casi paralizadas y llevaba ropajes con restos de seda. La gente se sorprendió porque el chico era incapaz de responder a las preguntas que le hacían, no comprendía lo que decían, pero sin embargo no paraba de repetir "Quiero ser soldado de caballería como mi padre". Llevaba encima una carta dirigida al al Capitán de Caballería del 4º escuadrón, 6º regimiento de caballería ligera, Friedrich von Wessenig, del regimiento de Schmolishe. La carta decía:



Le envío este chico que desea servir a su rey en el Ejército. Me fue entregado a mí, el 7 de octubre de 1812. Su madre me pidió que lo educara como a mi propio hijo. Desde ese día jamás le he dejado salir fuera de la casa. Él mismo no conoce el nombre del lugar. Puede preguntarle, pero no será capaz de decirle donde vivo. Lo saqué de la casa de noche. No podrá encontrar el camino de vuelta.


Dentro había otra carta, supuestamente firmada por su madre, aunque se comprobó que había sido escrita por la misma personas que la otra. Decía:


Este chico ha sido bautizado. Su nombre es Kaspar; usted mismo debe darle un apellido. Le pido que cuide de él. Su padre fue un soldado de caballería. Cuando cumpla 17, llévelo a Núremberg, al Sexto Regimiento de Caballería: su padre pertenecía a él. Le suplico que lo mantenga hasta los 17. Nació el 30 de abril del 1812. Soy una chica pobre, no puedo hacerme cargo de él. Su padre está muerto.

Su vocabulario era muy limitado, tan solo exclamaba algunas palabras de vez en cuando, como "¡Caballo!". Intentaba coger la llama de las velas, desconocía la comida preparada y cocinada, prefería la oscuridad... Todo indicaba que había sido criado en cautiverio. Tras un examen médico, informaron de que el joven no tenía ninguna deficiencia, pero que la ausencia de contacto con los seres humanos había influido en su desarrollo.

Las autoridades decidieron ingresarle en un albergue para pobres y vagabundos bajo la tutela de Andreas Hitlel, un carcelero. Su educación corrió a cargo del pueblo de Nüremberg. A las seis semanas hablaba con fluidez y podía leer y escribir. Al cabo de un tiempo, pudo explicar que había vivido en una celda de 3 metros de largo por 1 de ancho y 1,5 de altura, con una cama de paja y un caballito de madera. Cada mañana encontraba pan y agua junto a su cama, y, en ocasiones, el agua sabía amarga y al beberla dormía más profundamente; esos días, al despertar, alguien había cambiado la paja de su cama y había cortado su pelo y sus uñas. Su único contacto había sido con un hombre que, días antes de que le liberasen, le había enseñado a andar y a escribir su nombre.


Actualmente, los investigadores creen que la explicación que Hauser dio no puede ser cierta, o al menos no tomada al pie de la letra.  Los psiquiatras afirman que si Kaspar hubiera vivido en las condiciones que él mismo explicó cuando era pequeño y hasta que cumplió los 16 años, hubiera sufrido un retraso mental grave, es más no hubiera podido vivir tanto.

El enigma de Kaspar Hauser (1974),
dirigida por Werner Herzog 
El 17 de octubre de 1829 Kaspar no baja a comer y es encontrado con un gran corte en la frente. El chico explicó que había sido atacado en el baño por un encapuchado que amenazaba con matarlo, y dice haber reconocido su voz como la del hombre que le llevó a Nüremberg. Al seguir el rastro de sangre, comprobaron que tras el ataque, Kaspar se había dirigido a su habitación de la primera planta y después a la bodega. Pusieron escolta policial al joven y pasó a estar bajo el cuidado de Johann Biberbach, una de las autoridades municipales, aunque se creyó que el jóven se había herido a sí mismo para dar lástima a su profesor, pues tenía tendencia a mentir.

El 3 de abril de 1830, uno de los escoltas entra en la habitación de Kaspar tras oír un disparo y se encuentra al chico sangrando por una herida en el lado derecho de su cabeza. Al recuperar la consciencia, Kaspar dice que se había subido a coger unos libros de la estantería, había perdido el equilibrio y había disparado sin querer una pistola que estaba colgada de la pared. Pero los médicos creían que la herida era fruto de una pelea... Las autoridades transfieren a Kaspar a la casa del Barón Von Tucher, que también se queja de las mentiras del chico.

La custodia de Kaspar pasa en 1831 a Lord Stanhope, un noble inglés que estaba decidido a descubrir su origen. Ofreció 500 florines a quien pudiera aportar datos sobre el parentesco del joven y visitó hasta dos veces Hungría, ya que Kaspar recordaba algunas palabras en húngaro. Sin embargo, al fracasar en sus investigaciones, Stanhope empezó a dudar de la credibilidad de Kaspar y, un tanto decepcionado, lo abandonó dejándolo al cuidado del profesor Johann Georg Meyer. Meyer era estricto y no aprobaba las excusas y mentiras del chico. Este consiguió un empleo como copista en el juzgado local. El 9 de diciembre del 1833, Kaspar y Meyer tienen una discusión muy fuerte. Kaspar esperaba que Lord Stanhope le visitara esas navidades pero no fue así. Cinco días más tarde, Kaspar apareció en casa con una herida profunda en su costado izquierdo provocada, según el joven, por un extraño que le había apuñalado y le había dado una bolsa. Cuando la policía acudió al jardín donde le habían atacado, encontraron un pequeño bolso violeta que contenía una nota escrita a mano con lápiz de forma especular. La nota sólo contenía frases vagas sobre una supuesta procedencia de la frontera bávara, pero no aclaraba nada.

Finalmente, el 17 de diciembre de 1933, Kaspar Hauser muere debido a la herida. Las incoherencias de la versión que había contado hicieron sospechar que él mismo se había producido las heridas y se inventó la historia de su ataque. La nota que se encontró contenía un error gramatical y otro ortográfico que eran muy habituales en Hauser. Resultó extraño que insistiera a la policía para encontrar el bolso, pero no preguntara después por lo que este contenía. La nota estaba doblada formando un triangulo, justamente la manera en que Hauser doblaba su cartas. 

Aunque se ofreció una generosa recompensa por la captura del asesino, jamás se le encontró. Los forenses concluyeron que era posible que él mismo se hubiera producido las heridas. Se cree que pudo haber sido un intento para reavivar el interés público sobre su historia y convencer a Stanhope para que cumpliera con su promesa de llevarlo consigo a Inglaterra. 

Lápida de la tumba de Kaspar Hauser



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