lunes, 12 de marzo de 2012

Experimentos monstruosos

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Hace unos meses escuché hablar de una película llamada The Human Centipede , El ciempiés humano, que tenía un argumento enfermizo, que hizo que fuese prohibida en muchos países: dos chicas americanas tienen un pinchazo en el coche durante sus vacaciones en Alemania, y piden ayuda a un doctor, especialista en separar siameses, que tiene un plan macabro: quiere unir a tres personas por sus sistemas digestivos, de ano a boca, tal y como había hecho con sus tres perros Rottweiler.



La historia hubiese quedado así, ya que (en mi opinión) no es una obra maestra del cine, pero anoche vi un reportaje en Cuarto Milenio sobre experimentos médicos con animales que me recordó a esta película. Creía que no se podían superar los límites de la realidad más de lo que lo hacen en The Human Centipede, pero los experimentos de Brukhonenko, Demikhov y White no tienen nada que envidiarle...



Se advierte que las imágenes y vídeos recogidos en esta entrada son de gran dureza, y se aconseja a todos aquellos que sean sensibles, que no lean dicha entrada. Consulten otros trabajos sin imágenes disponibles en internet.

A finales de 1928, durante el III Congreso de Fisiólogos de la URSS, el científico ruso Sergei Brukhonenko consiguió mantener con vida durante 190 minutos, la cabeza amputada de un perro vivo, conectada a una máquina corazón-pulmón llamada autojector. Esta maquinaria hacía circular la sangre fresca por la cabeza, a la vez que retiraba la sangre sin oxígeno.


Para demostrar que el perro estaba consciente, golpeó la mesa con un martillo, haciendo que la cabeza se estremeciese. Luego, la iluminó con una linterna y los ojos respondieron al estímulo. También fue capaz de hacer que el perro comiese un trozo de queso, que se deslizó por su esófago.




En este enlace podéis ver un vídeo del experimento con la cabeza amputada.


Las investigaciones de Brukhonenko hicieron posible la construcción de la primera máquina corazón-pulmón, imprescindible para la cirugía extracorpórea.


Pero los aberrantes experimentos con animales no habían terminado, ya que Brukhonenko tenía un seguidor incluso más sádico que él: Demikhov


Vladimir Demikhov experimentó con animales en la década de 1940, alcanzando su mayor éxito en 1952 al transplantarle un corazón a un perro. Pero fue en 1953 cuando sobrepasó los límites de la imaginación humana, creando un perro bicéfalo. Para ello, insertó la cabeza de un cachorro al cuerpo de un mastín adulto. Tras la operación, el mastín sufrió un rejuvenecimiento, y las necesidades de los animales se coordinaron: salivaban a la vez, bebían al mismo tiempo... pero el perro murió a los pocos días.




Aquí podéis ver otro vídeo de parte de la operación, de las cabezas bebiendo, y del animal paseando.

Demikhov siguió experimentando con perros bicéfalos durante 15 años. Un total de 24 animales murieron debido a rechazo de tejidos producido por este tipo de operación.

En la década de los 70, Robert White llevó a cabo el primer trasplante de cerebro de la historia. Para ello, intercambió la cabeza de dos monos. Uno de ellos murió durante la operación, pero el que sobrevivió conservó sus funciones craneales completas: podía ver, oír, oler... Pero su cabeza, unida por ganchos y suturas externas, no podía controlar sus funciones motoras, ya que las técnicas existentes no permitían conectar la médula espinal con el cerebro. Ni siquiera hoy en día hubieran sido capaces de realizar esta operación con éxito. Al cabo de dos días, el mono falleció.




Como veis, la realidad no tiene nada que envidiar a las películas de terror, y la crueldad con la que se ha experimentado con los animales llega a puntos insospechados.

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2 comentarios:

  1. Que jodida esta la peña.....experimentos de esoa habria que hacerselos a estos degenerados

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