jueves, 22 de marzo de 2012

Los enigmáticos ataúdes deslizantes de Barbados

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A principios del siglo XIX, en el cementerio de la parroquia Christ Church (Oistin Bay, Bahía de los Barbados) se produjo un extraño suceso que se centra en la cripta de la familia Chase, cuyos ataúdes recubiertos de plomo se movían de manera inexplicable.






La historia comienza en 1807, cuando la señota Thomasina Goddard se convierte en la primera persona sepultada en el mausoleo.Un año después, la sigue María Anna Chase, de dos años. En julio de 1812, su hermana Dorcas Chase es enterrada también en el panteón. En el interior de la cripta la oscuridad es cerradísima, y al encender las lámparas, los asistentes pueden ver que el ataúd de María Anna había sido movido hacia un rincón y el de la señora Goddard estaba en la pared opuesta. Se colocaron otra vez los ataudes en sus respectivos lugares y se pricedió a cerrar la tumba de nuevo. Se culpó a unos trabajadores negros, que tenían poca simpatía al patrón Thomas Chase por su comportamiento tiránico.


Un mes más tarde, al abrir la losa para enterrar a Thomas Chase, pudieron observar cómo los ataúdes que había en el interior de la cripta estaban en sus lugares. 

Cuatro años después, en 1816, muere el pequeño Samuel Brewster Ames, de once meses de edad. De nuevo los ataúdes se encontraban en el lado opuesto del panteón, y de nuevo culparon a los trabajadores. Pero esta vez se demostró que la única entrada, cubierta con la losa, no estaba forzada.

Semanas después volvieron a abrirla para enterrar al padre de Samuel, y otra vez más los ataúdes estaban movidos. Se registró la cripta para comprobar si era posible que hubiese entrado agua que moviese los féretros, pero no se hallaron restos de humedad.


En 1819, Thomasina Clarke fue sepultada en el panteón, y como era evidente, los ataúdes se encontraban descolocados.

Lord Combermiere, gobernador de Barbados, se interesó por el caso. Mandó que se cubriera el suelo con una capa de arena blanca para poder encontrar pruebas y huellas que demostrasen si alguien podía entrar en la cripta. Además, plasmaron una impronta en el cemento para asegurarse de que no se abriese. 

Tuvieron que esperar hasta el fallecimiento de uno de los familiares, en abril de 1820, para examinar el interior. El cementerio se encontraba repleto de espectadores, que querían ser testigos del resultado, incluidos el gobernador, el honorable Nathan Lucas, el secretario de gobernación J.Finch, y varias personalidades más. La losa se retiró cautelosamente, y se oyó un extraño rozamiento, proveniente de uno de los ataudes que había sido arrojado contra la losa, y al ser retirada esta, había sido arrastrado.  El féretro de María Anna se encontraba empotrado en la pared del fondo, y los demás estaban esparcidos sin ningún orden por el suelo, pero no había huellas sobre la arena.

«Examiné los muros, el arco y toda la bóveda: todo era igualmente antiguo; un albañil, en mi presencia, golpeó minuciosamente el suelo con un martillo: todo era sólido. Confieso que no puedo explicar los movimientos de esos ataúdes de plomo. Ciertamente, no se trata de ladrones, y en cuanto a broma pesada o truco, hubiese sido necesaria la participación de demasiada gente y el secreto hubiera sido descubierto; y en cuanto a que los negros hayan tenido algo que ver, su miedo supersticioso a los muertos y a todo lo que con ellos se relaciona, excluye cualquier idea de esa clase. Todo lo que sé es que ocurrió y que yo fui testigo del hecho.” »  Nathan Lucas



El gobernador ordenó trasladar los ataúdes a otro cementerio y desde entonces la cripta permanece vacía. Se han elaborado varias teorías para tratar de dar explicación a este fenómeno, desde pequeños seísmos a actos vandálicos, pero no se han encontrado evidencias que confirmen ninguna de ellas.

La cripta en la actualidad


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