Se dice que en estos canales murió ahogada una joven que se quedó enredada en los lirios. El cadáver fue a parar a la chinampa de Julián Santana Barrera, el único habitante de la isla. Había vivido allí desde mediados de los 70, y era un hombre hosco y aislado que apenas hablaba con los vecinos.
Al encontrar el cuerpo, creyó que el espíritu de la chica había quedado en el lugar. Decía que deesde entonces se oían voces, pasos y lamentos de mujer. Tal era el miedo que tenía, que rodeo su propiedad de una gran cantidad de muñecas, de todos los tipos y tamaños, colgadas en árboles y clavadas en troncos... "para espantar al espanto".
Iba al barrio con su carrito recogiendo muñecas viejas, y los lugareños también contribuían dándole estos juguetes. A sus favoritas las colocaba joyas y adornos y las ataba con alambres a las estacas. Y así, poco a poco, configuró lo que hoy se conoce como la Isla de las Muñecas, un lugar misterioso que sobrecoge a quienes lo visitan.
Su sobrino Anastasio cuenta que un día, su tío se acercó al canal para pescar mientras le comentaba que una sirena se lo quería llevar, pero él le iba a cantar para que no lo hiciera.
Anastasio se fue a ver las vacas y cuando regresó, ya no había nada qué hacer: Julián había muerto de un infarto y había caído al canal. Curiosamente, el mismo canal donde había aparecido el cuerpo de la chica...
En los últimos años la zona está siendo rehabilitada, y se están planteando hacer un museo para albergar todas las muñecas de la isla.