viernes, 14 de agosto de 2015

La Mesa de Salomón

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La Mesa de Salomón es, junto con el Santo Grial, una de las reliquias más buscadas de la historia. Se trata de un tesoro que permaneció oculto en el Templo de Jerusalén hasta el año 70. Consistía en una tabla, conocida también como Espejo de Salomón, de madera y oro, con esmeraldas engastadas y 365 patas. Esta mesa esconde todo el conocimiento del Universo y el poder de la creación, pero su hallazgo supondría que el fin del mundo estaría próximo.

Según la leyenda, Salomón inscribió en ella el nombre de Dios, es decir, el Shem Shemaforash, un nombre tabú que no debe ser pronunciado, ya que aquel que lo hace posee el poder de la creación. Pero el nombre de Dios no estaba grabado directamente en el soporte, sino que, de algún modo, Salomón lo ocultó mediante jeroglíficos o acertijos, que permitían descifrarlo sin leerlo directamente.

Fue albergada en su templo hasta que este fue saqueado por los babilónicos, aunque nunca llegaron a llevársela. La mesa fue custodiada por los sacerdotes hasta que, posteriormente, el templo fue saqueado de nuevo, esta vez por los romanos, y se depositó en el Templo de Júpiter. Tras el saqueo de Roma, los visigodos la trasladaron a Toulouse, y finalmente a Toledo, donde parece ser que permanece escondida. 


El rey Don Rodrigo, en el año 711, intentó buscarla, llegando a la Cueva de Hércules, un palacio edificado por el héroe cerca de Toledo, construido con jade y mármol, donde ocultó las desgracias que amenazaban a España. Hércules puso un candado en la puerta y ordenó que cada nuevo rey añadiera uno, ya que las amenazas se cumplirían el día en que uno de ellos fuera curioso y entrara. Don Rodrigo, en el 711, fue el rey visigodo que abrió o rompió cada candado. Llegó a una primera sala, que parecía un lugar de oración. Avanzó y llegó a una segunda, supuestamente de ceremonias, y finalmente llegó a una tercera que tenía un cofre. El rey lo hizo abrir: había un lienzo con dibujos de guerreros a caballo y espadas curvas, con una inscripción que decía cuando ojos humanos vean este lienzo, estas criaturas dominarán la tierra santa. Don Rodrigo no pasó a la cuarta sala,  porque había dos guardias de metal de varios metros de alto armados con mazos que se movían a la más mínima presencia que entrara en la sala, aunque se dice que vio el espejo de Salomón.





Con la conquista árabe de la Península Ibérica, los musulmanes se interesaron por esta reliquia. Según las crónicas, Tarik la encontró en a los pocos días de su llegada. Ajbar Machmua recoge una crónica anónima del siglo XI en la que se lee:


Tarik llegó a Toledo, y dejando allí algunas tropas, continuó su marcha hasta Guadalajara, después se dirigió a la montaña, pasándola por el desfiladero que tomó su nombre, y llegó a una ciudad que hay a la otra parte del monte, llamada Almeida (la Mesa), nombre debido a la circunstancia de haberse encontrado en ella la Mesa de Salomón, hijo de David, cuyos bordes y pies, en número de 365, eran de esmeralda verde. Llegó después a la ciudad de Amaya, donde encontró alhajas y riquezas, y ... volvió a Toledo en el año 93.

Sin embargo, el profesor Fernando Ruíz de la Puerta, experto oficial en la Historia de Toledo y la Cueva de Hércules, afirma que la cueva a la que se hace referencia en estos escritos se trata en realidad de la Cueva de Higares, situada en Mocejón, un pueblo cercano en el noroeste de Toledo, aunque es posible que dichas cuevas se comuniquen a través de túneles subterráneos.

La Cueva de Higares se encuentra dentro de una propiedad privada, perteneciente a Jorge Alexiades Taimanaquis (fallecido en 2006), emparentado con la reina Sofía. Según relata el investigador Alberto Canosa, el Rey Juan Carlos, a la edad de 16 años, acudió, acompañado de su padre, Don Juan de Borbón, a la misteriosa Finca de Higares, junto con unos ocultistas y videntes de Toledo, para practicar ritos de religión pagana, y allí un vidente vaticinó que a Juan Carlos le convenía casarse con la princesa Sofía de Grecia, en los tiempos en que todavía estaba activa la Casa Real de Grecia.

Otra de las hipótesis indica que se encuentra en la localidad de Martos, Jaén, donde también existe una Cueva de Hércules.

En el 2002, durante la emisión del programa radiofónico La Rosa de los Vientos en Onda Cero Radio, que trataba sobre este tema, se recibió una llamada de un oyente que se identificó como miembro de la Agencia de Inteligencia Española. El informador advirtió que los secretos La Cueva de Hércules estaban clasificados como Confidenciales y que jamás saldrían a la luz pública.

En el libro Los templarios y otros enigmas medievales, el escritor Juan Eslava Galán afirma que en unas obras que se realizaron en 1956 en la Cripta del Barón de Velasco de la Iglesia de San Juan Bautista en Arjona, Jaén, se encontró una lápida de mármol de Carrara con un extraño dibujo geométrico circundado por tres letras hebreas. Según algunos estudiosos podría tratarse de una representación esquemática de la Mesa de Salomón.Se trataría de una de las doce tablas repartidas por el mundo por una organización masónica denominada Los Doce Apóstoles que supuestamente contiene escrito el Shem Shemaforash.


Aunque no se sabe dónde se encuentra esta reliquia exactamente, o incluso si existe realmente, lo que es innegable es el gran interés que ha despertado en las culturas tanto judías como árabes, templarios, normandos,  gobernantes como Hitler, la secta Thule y Heinrich Himmler, el Vaticano, e incluso la CIA.



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