Australia, dentro de su vasto territorio, dispone de sus propias leyendas y mitos protagonizadas por míticos animales.
Hay uno en especial, con terrible fama: conocido como el “Bunyip”,nombre que procede de la palabra aborigen banib, que significa demonio.
No existe unanimidad en las fuentes para conseguir una descripción uniforme de esta bestia, pues se ha dicho que recuerda a animales tan dispares como una foca, un hipopótamo, un caballo, un cocodrilo o incluso un dragón. Tampoco hay uniformidad en su coloración que se describe variando entre tonos negros, marrones o verdes, llegando a ser descrito como iridiscente.
Lo que sí parece claro es que se trata de un ser anfibio, siendo su hábitat natural las zonas pantanosas y los cauces y remansos de los ríos.
Su fama de depredador viene dada por sus fieros instintos depredadores, que lo hacen esperar emboscado por las noches el paso de cualquier animal o incluso persona que pueda servirle de cena, mostrando al parecer especial debilidad por las mujeres. Por si fuera poco se dice que posee una gran voracidad, por lo que frecuentar sus dominios tras la puesta de sol no es nada seguro.
Es curioso como este ser mitológico tiene presencia también en relatos de pobladores europeos que datan de mediados del siglo XIX; coinciden con los aborígenes australianos en que se trata de un gran mamífero acuático.
En cuanto a sus rasgos físicos, tiene un hocico parecido al de los perros, piel muy negra, una cola de caballo, aletas y colmillos como los de las morsas. Esta es la descripción más común.
También su tamaño es objeto de controversia, pues se cree que va desde el de un perro grande, hasta el tamaño de un hipopótamo: Por estas razones, muchos investigadores creen que en realidad puede haber múltiples críptidos acuáticos en Australia que son englobados en la mitología del Bunyip.
El popular libro "Aborígenes de Australia" de 1878, alude al Bunyip a lo largo de 10 páginas y concluye: "En realidad, poco saben los negros de su forma, refugio o hábitos; y parecen tan aterrorizados por la bestia que son incapaces de mencionar sus características".
Mencionar que en 1845, el periódico "The Geelong Advertiser" anunció el descubrimiento de fósiles en la provincia de Geelong, y la historia de un aborigen que al verlos, manifestó que se trataba de los huesos de un Bunyip, y el periódico publicó la siguiente descripción a partir de la historia del hombre:
"El Bunyip es representado como una combinación de las características de un ave y un cocodrilo. Tiene una cabeza que asemeja la de un emú, con un pico largo terminado en un borde serrado. Su cuerpo y piernas son como los de un cocodrilo, con las traseras gruesas y fuertes, y las delanteras mucho más alargadas; pero con gran fuerza. Las extremidades tienen grandes garras, pero los negros dicen que su método usual de caza es abrazar a su presa hasta la muerte. En el agua, nada como una rana y en la orilla, camina sobre sus patas traseras con la cabeza erecta; y en esa posición mide hasta tres metros de alto".
Fue en el cauce de un río donde se encontró hacia 1805 un extraño cráneo que ocasionó gran impacto a los naturalistas de la época. Para algunos se trataba simplemente de un fraude, mientras que otros lo asociaban a una vaca o similar y no faltaron tampoco los que afirmaron que era la primera prueba palpable de la existencia del Bunyip.
El caso es que el cráneo en cuestión acabó siendo expuesto en el Museo de Sidney, pero no aguantó mucho en su urna ya que a las pocas semanas de su presentación desapareció de allí de forma misteriosa sin que fuera vuelto a ver ni se lograra aclarar cuál fue su destino.
Fue este siglo cuando se produjeron la mayor cantidad de posibles encuentros con el Bunyip, si no contamos con los avistamientos siglos atrás por los aborígenes y transmitidos en sus tradiciones.
En el siglo XX fue sonada una aparición en 1970, cuando un ganadero disparó sin alcanzarlo contra un extraño ser que describió del tamaño de una vaca, peludo y con orejas de cerdo. Ese suceso coincidió con la misteriosa desaparición de otros dos ganaderos en la zona, lo que desató por un tiempo el miedo entre los lugareños que culparon al Bunyip visto de haber acabado con los desaparecidos, que pese a la búsqueda posterior ya no fueron encontrados. Esto ocurrió en las proximidades del lago Lismore, también en Nueva Gales del Sur, cerca ya de la frontera con el vecino estado de Queensland.
Desde entonces parece que el mítico ser ha ido borrándose poco a poco de la actualidad, de ahí que no sea tan popular como otros seres mitológicos como Nessie.
Lógicamente se ha intentado buscar alguna equivalencia razonable entre las especies conocidas que pudiera ayudar a clasificar e identificar al escurridizo animal, pero tampoco se han logrado grandes avances habida cuenta, como ya dije, de lo variado de las descripciones aportadas tanto por los testigos como por las tradiciones populares.
No obstante hay dos teorías que cuentan con más partidarios, aunque por supuesto no expliquen todas las supuestas descripciones, y que relacionan el Bunyip con dos especies animales típicamente australianas pero ya extinguidas. Se trataría así, según dichas teorías, de un descendiente que habría logrado hacer sobrevivir a su especie, sin descartar que por evolución pudiera haber desarrollado alguna característica diferente o adicional.
Paleontólogos y criptozóologos sostienen la hipótesis de que el Bunyip puede ser una especie de marsupial aún desconocido para la ciencia; o inclusive una especie de megafauna australiana que ha sobrevivido hasta estos días.
Son varios animales propuestos como candidatos a ser el Bunyip.
La foca leopardo, es un mamífero marino de gran tamaño que alcanza un peso de hasta 200 kg. Se trata de un feroz depredador que se puede hallar en lugares como Australia, Tasmania, Sudáfrica, Nueva Zelanda, la Isla de Lord Howe, Tierra del Fuego, las Islas Cooke y la costa atlántica de Sudamérica; y se alimenta de focas, pingüinos, peces y krill; solo superado por la orca como el depredador máximo de la Antártida.
Podría ser responsable de algunos casos en los cuales el Bunyip se alimenta de personas, ya que es una de las pocas especies de mamíferos marinos de las que se sabe han atacado seres humanos en el pasado.
Otro candidato a Bunyip es el Diprotodon, también conocido como Wombat Gigante o Wombat Rinoceronte; el mamífero marsupial más grande que jamás ha existido. Oficialmente, aparece en el registro fósil australiano desde hace 1.6 millones de años hasta hace poco más de 46,000.
Con fósiles encontrados en toda Australia, desde cráneos y esqueletos completos, hasta cabello y huellas. Algunos esqueletos femeninos incluso han sido encontrados con bebés en donde deberían estar las bolsas de la madre.
El Diprotodon tenía el tamaño de un hipopótamo, de hasta 3 metros de largo y 2 de alto; alcanzando hasta 2.8 toneladas; y habitaba bosques, pastizales, pantanos y otros hábitats del continente. El Diprotodon comía hojas, hierbajos y pasto. En la actualidad, los parientes sobrevivientes del Diprotodon son los wombats y el koala; aunque se cree que aún pueda haber poblaciones pequeñas viviendo en el interior del continente y las áreas pantanosas del norte.
En 2013, se encontró un diente de gran tamaño en Australia, el cual se cree que perteneció a un ornitorrinco carnívoro de gran tamaño que desapareció hace 5 millones de años. El Obdurodon era del tamaño de un cocodrilo, y el hecho de que poseyera dientes mientras los ornitorrincos modernos no, indica que se trataba de un terrible depredador acuático.
Si bien las especies modernas de ornitorrinco no son de gran tamaño, bien podría existir una especie desconocida que podría confirmar la historia de los múltiples testigos que vieron a un ornitorrinco gigante en el siglo XIX; además de responder porqué algunas descripciones del Bunyip asemejan a monotremas de tamaño colosal.