El cuento de Caperucita Roja, es quizá el cuento más famoso por antonomasia. Difundido por gran parte de Europa, ha sido plasmado en varios escritos en los que el denominador común, es que la protagonista lleva puesta una caperuza de color rojo, pero hubo varias versiones las cuales diferían de la que todos conocemos...
¿Preparados para conocerlas?
Charles Perrault fue el primero en recoger esta historia en un volumen de 8 cuentos de 1697, llamado Les histories et contes du temps passé avec des moralités, ou contes de ma Mêre l'Oy, (vendría a significar Los cuentos de la madre oca). El cuento de Caperucita se titulaba, Le petit chaperon rouge.
Fue contratado por la corte de Luis XIV, para que escribiese unos cuentos para la hija de este, Charlotte D'Orleans.
Para ello, se adentró en varias aldeas humildes y alejadas del glamour de la capital, escuchando todas las grandes historias de folklore popular. A su vez, aparecieron con el otros mitos de la literatura infantil, como el Gato con Botas o la Cenicienta.
Suprimió todo lo que no le gustaba, y lo adaptó a tiempos modernos, añadiendo algún rasgo de humor.
La popularidad del libro en España fue casi inmediata. La biblioteca Nacional todavía conserva un ejemplar francés.
En la versión de Perrault, destacaba este cuento sobre los demás, pues la leyenda era bastante cruel, cuyo destino era prevenir a las niñas de sus encuentros con extraños.
El autor recopiló algunas cosas diferentes que omitió en su versión escrita presentada al monarca: en la parte en la que el lobo estaba disfrazado de abuelita, invitó a Caperucita a consumir carne y sangre de su propia abuela, a la que previamente ya había descuartizado. Pero no acabó ahí, pues el lobo le hizo curiosas proposiciones como que orine su cama.
Como en los otros relatos de su libro, con mayor o menor calado quiso dar una especie de moraleja sobre la vulnerabilidad, la estupidez, el desamparo...
Al final, Caperucita es atada a la cama, para luego ser devorada viva. El cuento terminó de forma muy cruel, pero la primera versión posee alguna lectura más relacionada con el sexo y el erotismo.
El cuento original simboliza el despertar de la sexualidad.
El autor nos presentó a una niña con una vestimenta roja, como símbolo de los inicios de su madurez sexual; el lobo se nos presenta como un símbolo del sexo salvaje y sin control; el cazador, el sexo en la civilización, es decir, controlado.
Quizá, el autor pretende decirnos que el fin último es la procreación, y no la liberación ociosa de los instintos...quizá castigó por ello a Caperucita; para que las niñas estuviesen prevenidas.
El autor nos presentó a una niña con una vestimenta roja, como símbolo de los inicios de su madurez sexual; el lobo se nos presenta como un símbolo del sexo salvaje y sin control; el cazador, el sexo en la civilización, es decir, controlado.
Quizá, el autor pretende decirnos que el fin último es la procreación, y no la liberación ociosa de los instintos...quizá castigó por ello a Caperucita; para que las niñas estuviesen prevenidas.
Pero no acaban ahí las connotaciones sexuales, pues si lo analizamos, podemos encontrar cosas atípicas, como la presentación de un lobo travestido de mujer, evocando una ambigüedad inquietante.
¿Qué veíamos en Caperucita? Una adolescente joven, sensual y rebelde, que no dudó en desnudarse y meterse en la cama con el lobo:
"Deja la torta y el tarrito de mantequilla encima del arca y ven a acostarte conmigo, dice el lobo. Caperucita Roja se desnudó y fue a meterse en la cama, donde se quedó muy sorprendida al ver como era su abuela en camisón.."
Más tarde, en 1812, los archiconocidos Hermanos Grimm, reescribieron la historia, siendo la versión que todos conocemos y la más difundida.
Utilizaron el cuento de Perrault, una versión oral de una chica que leyó el cuento de Perrault al poco de publicarse, y una obra escrita por Ludwig Tieck.
La versión de los Grimm era más inocente y menos erótica, añadiendo un final feliz, en el que la abuelita salva a su nieta sin ayuda de nadie.
Os dejo por si os interesa, el cuento original de Perrault:
“Había una vez una niñita en un pueblo, la más bonita que jamás se hubiera visto; su madre estaba enloquecida con ella y su abuela mucho más todavía. Esta buena mujer le había mandado hacer una caperucita roja y le sentaba tan bien que todos la llamaban Caperucita Roja. Un día su madre, habiendo cocinado unas tortas, le dijo.
-Anda a ver cómo está tu abuela, pues me dicen que ha estado enferma; llévale una torta y este tarrito de mantequilla.
Caperucita Roja partió en seguida a ver a su abuela que vivía en otro pueblo. Al pasar por un bosque, se encontró con el compadre lobo, que tuvo muchas ganas de comérsela, pero no se atrevió porque unos leñadores andaban por ahí cerca. Él le preguntó a dónde iba. La pobre niña, que no sabía que era peligroso detenerse a hablar con un lobo, le dijo:
-Voy a ver a mi abuela, y le llevo una torta y un tarrito de mantequilla que mi madre le envía.
-¿Vive muy lejos? -le dijo el lobo.
-¡Oh, sí! -dijo Caperucita Roja-, más allá del molino que se ve allá lejos, en la primera casita del pueblo.
-Pues bien -dijo el lobo-, yo también quiero ir a verla; yo iré por este camino, y tú por aquél, y veremos quién llega primero.
El lobo partió corriendo a toda velocidad por el camino que era más corto y la niña se fue por el más largo entreteniéndose en coger avellanas, en correr tras las mariposas y en hacer ramos con las florecillas que encontraba. Poco tardó el lobo en llegar a casa de la abuela; golpea: Toc, toc.
-¿Quién es?
-Es su nieta, Caperucita Roja -dijo el lobo, disfrazando la voz-, le traigo una torta y un tarrito de mantequilla que mi madre le envía. La cándida abuela, que estaba en cama porque no se sentía bien, le gritó:
-Tira de la aldaba y el cerrojo caerá. El lobo tiró de la aldaba, y la puerta se abrió. Se abalanzó sobre la buena mujer y la devoró en un santiamén, pues hacía más de tres días que no comía. En seguida cerró la puerta y fue a acostarse en el lecho de la abuela, esperando a Caperucita Roja quien, un rato después, llegó a golpear la puerta: Toc, toc.
-¿Quién es?
Caperucita Roja, al oír la ronca voz del lobo, primero se asustó, pero creyendo que su abuela estaba resfriada, contestó:
-Es su nieta, Caperucita Roja, le traigo una torta y un tarrito de mantequilla que mi madre le envía.
El lobo le gritó, suavizando un poco la voz:
-Tira de la aldaba y el cerrojo caerá.
Caperucita Roja tiró de la aldaba y la puerta se abrió. Viéndola entrar, el lobo le dijo, mientras se escondía en la cama bajo la frazada:
-Deja la torta y el tarrito de mantequilla en la repisa y ven a acostarte conmigo.
Caperucita Roja se desviste y se mete a la cama y quedó muy asombrada al ver la forma de su abuela en camisa de dormir. Ella le dijo:
-Abuela, ¡qué brazos tan grandes tienes!
-Es para abrazarte mejor, hija mía.
-Abuela, ¡qué piernas tan grandes tiene!
-Es para correr mejor, hija mía.
Abuela, ¡qué orejas tan grandes tiene!
-Es para oírte mejor, hija mía.
-Abuela, ¡qué ojos tan grandes tiene!
-Es para verte mejor, hija mía.
-Abuela, ¡qué dientes tan grandes tiene!
-¡Para comerte mejor!
Y diciendo estas palabras, este lobo malo se abalanzó sobre Caperucita Roja y se la comió.
Moraleja: Aquí vemos que la adolescencia, en especial las señoritas bien hechas, amables y bonitas, no deben a cualquiera oír con complacencia, y no resulta causa de extrañeza ver que muchas del lobo son presa. Y digo el lobo, pues bajo su envoltura no todos son de igual calaña, los hay con no poca maña, silenciosos, sin odio ni amargura, que en secreto, pacientes con dulzura van a la siga de las damiselas hasta las casas y en las callejuelas; mas, bien sabemos, que los zalameros, entre todos los lobos, ay, son los más fieros.”